Este taller ha sido concebido como un espacio sagrado de encuentro con uno mismo, donde la quietud de la meditación y la profundidad del autoconocimiento se entrelazan como dos ríos que se funden para formar un océano de claridad interior. Este espacio no tiene la urgencia de la perfección, sino la ternura de un reencuentro sencillo y verdadero. Aquí no hay exigencias ni metas que alcanzar, sólo una invitación suave a estar contigo, tal como estás. Nos sentamos en silencio no para cambiar lo que somos, sino para ofrecernos una mirada amable, y permitir que, sin prisa, vaya despertando desde dentro esa voz callada que siempre ha sabido el camino.

Meditar no es evadirse, sino habitarse. Es sentarse con uno mismo con la misma ternura con la que se acoge a un viejo amigo. Pero ese gesto, en apariencia tan simple, puede convertirse en un desafío. Porque al cerrar los ojos, a veces no encontramos paz, sino ruido; no hallamos luz, sino sombras que esperan ser abrazadas. Por eso, este taller une la meditación con la mirada terapéutica: para acompañarte con compasión en el arte de observar tus pensamientos, tus emociones y tu historia sin juicio, y desde ahí, abrir la puerta a una transformación suave, profunda y verdadera.

Cada persona tiene su forma única de entrar en el silencio. Hay quienes conectan fácilmente con la respiración, otros con la visualización, otros con el cuerpo o con el simple hecho de estar. Durante estos encuentros, descubrirás cuál es tu camino natural hacia la presencia. Aprenderás a reconocer las dificultades que aparecen cuando cierras los ojos y a descubrir las habilidades que ya habitan en ti para sostener tu práctica.